Donde hay amor no hay miedo. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo, pues el miedo supone el castigo. Por eso, si alguien tiene miedo, es que no ha llegado a amar perfectamente. 1 Juan 4:18 (DHH)
Esta declaración puede sorprenderlo, pero es necesario decirla. Usted amará y servirá a Dios en la misma proporción a cómo usted se ama a sí mismo.
Los cristianos que llaman a otros pecadores y reparten abusos verbales en un intento por eliminar el pecado, lo único que hacen es alentarlos a esperar menos de Dios. En lugar de comportarse como el hijo o la hija de Dios que es, usted se arrastra ante Él, esperando que Él le arroje algún tipo de desecho para vivir. Esa no es la imagen que Dios tiene para su pueblo.
Dios lo llama su hijo. Me sentiría triste y herido si mis hijos me tuvieran miedo o si sintieran que necesitan arrastrarse ante mí para pedir mi ayuda, amor y atención. Dios es el Padre perfecto que ya aceptó darle todo lo que usted necesita para vivir. ¡No hay absolutamente ninguna necesidad de rogarle por nada!
Si usted no se ama a sí mismo, usted pensará que no es digno de recibir las promesas de Dios. ¿Y cómo puede esperar alcanzar el destino y el propósito que Dios tiene para su vida sin Su ayuda? La verdad es que no se puede. Una visión negativa de sí mismo solo hace que usted se aparte de su relación con Dios y limite Su capacidad para que él lo use.
No hay nada piadoso en despreciarse a sí mismo. Si usted se siente mal consigo mismo, dese cuenta de que ha sido engañado. Ore: “Padre, ayúdame a amarme a mí mismo. Quiero aprender a verme a mí mismo como tú me ves.