Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que van a suceder. Juan 16:13 (DHH)
¿Se ha preguntado alguna vez cómo debe haberse sentido ser uno de los discípulos de Jesús? Él era el amigo perfecto. Jesús los amaba incondicionalmente; Él sabía todo sobre ellos y, sin embargo, pasó por alto cada una de sus limitaciones. Si tenían hambre, Él los alimentaba. Si eran atacados, Él los protegía. Si había una tormenta, Él la calmaba. Él les enseñó y les mostró el corazón del Padre. Cuando fue lastimado o abandonado, Él los perdonó. Los aceptó tal y como eran y les demostró su amor día tras día.
Ahora imagine lo que sería tener a Jesús viviendo con usted durante tres años, salir con su familia, sentarse con usted en la mesa del desayuno y compartir verdades sobre el Padre, jugar con los niños, ayudarlo a resolver problemas comerciales y aconsejarlo en su matrimonio. ¿Cómo se sentirían cuando les dijo que se iba?
Jesús tuvo que irse al cielo para defender a la raza humana ante Dios. Pero Él no nos abandonó. De hecho, Él envió al Espíritu Santo que es lo mismo que Él, y ¡Él puede ser ese amigo perfecto y amparador para todos nosotros de manera simultánea!
Como creyente, el Espíritu Santo está en usted, entonces usted nunca está solo. Este amigo perfecto que usted siempre quiso que habitara en usted, está siempre disponible para darle amor, consuelo, sabiduría, fortaleza, aliento y dirección si usted solo dirige su atención a Él y reclama la provisión que Él puede darle.