En resumen: así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe está muerta si no va acompañada de hechos. Santiago 2:26 (DHH)
La fe y el trabajo no son mutuamente excluyentes.
Algunos piensan que el creer, es su camino hacia una buena vida. Creen que Dios cuidará de su matrimonio y de sus hijos. Pondrá comida sobre la mesa y se asegurará de que todo salga bien. Si han orado, trabajar por una solución significaría que han dejado de creerle a Dios por una respuesta. Después de orar, piensan que buscar asistencia médica o remedios naturales para una enfermedad mostraría una falta de fe.
Esta es una perspectiva equivocada por completo. La fe sin obras está muerta.
Dios no deja de trabajar cuando usted empieza. Él trabaja en y a través de usted para que lo que usted busca suceda, dándole una sensación de paz cuando usted elige un plan de acción. Él también lo lleva a personas que pueden ser parte de la solución y permite increíbles “coincidencias” mientras usted se arremanga y se pone a trabajar.
Dios no deja caer grandes profesiones y relaciones del cielo. Usted tiene que trabajar duro mientras continúa confiando en Él.
En contraste, el trabajo no lo es todo. Trabajar sin fe es un esfuerzo sin pasión y sin esperanza donde usted trabaja duro para lograr resultados minúsculos. Para lograr realmente sus sueños, dados por Dios, usted necesita una parte de fe y una parte de trabajo. ¿En qué tiene usted fe hoy? ¿Y en qué puede trabajar para contribuir a su logro?