No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto. Romanos 12:2 (DHH)
Ser generoso tiene muchos beneficios. Nos impide convertirnos en materialistas y egoístas. También nos asegura respeto, se gana confianza y se construye una buena reputación con los demás. Como Jesús nos dice, es mejor dar que recibir (Hechos 20:35) porque saber que hemos satisfecho las necesidades de alguien es muy gratificante, ya sea que eso implique dinero o no.
La ciencia prueba que la generosidad es gratificante. Los investigadores del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares utilizaron resonancias magnéticas para revelar que al dar se activan los centros de recompensa cerebral de los donantes, que son los mismos centros responsables de la euforia asociada con el sexo, el dinero, los alimentos y las drogas. Entonces, ¿por qué tenemos dificultades para ser generosos?
Algunos sufren de miedo a fallar. Se preocupan de que no haya suficiente tiempo, dinero u otros recursos para satisfacer todas sus necesidades. Sin embargo, no es así como funcionan las cosas en el reino de Dios. Con Dios no hay carencia.
Todo lo que tenemos en última instancia viene de Dios. Cualquier cosa que podamos dar, amor, tiempo, ánimo, comida, dinero, todo es de Dios. Deuteronomio 8:18 nos recuerda que Dios nos da el poder para obtener riqueza. En realidad, solo somos administradores, no propietarios, y cuando nos centramos en este hecho, es más fácil poner las cosas en perspectiva.
Usted puede confiar y descansar en Dios. Cuando usted lo pone a Él en primer lugar, Él promete no solo satisfacer sus necesidades, sino también concederle los deseos de su corazón. Sea generoso, ¡usted nunca puede dar más de lo que Dios da!