Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la participación del Espíritu Santo estén con todos ustedes. 2 Corintios 13:13 (DHH)
Fuimos diseñados no solo para saber que hay un Dios; fuimos diseñados para tener una relación y compañerismo con Él. Sin esa relación y comunión, nos podemos llegar a sentir como huérfanos.
Hay un vacío dentro de cada ser humano que nada en este planeta, sino una relación con Dios puede satisfacer. Necesitamos saber que Él nos ama profunda y personalmente, porque nada se compara con Su amor. También necesitamos darnos cuenta de cuánto él nos valora y desea estar en nuestras vidas, porque Su amor y cuidado son lo que nos da la capacidad de amar a los demás incondicionalmente.
El versículo de hoy menciona tres aspectos clave en su relación con Dios. Primero está la gracia de Cristo, que en parte se refiere al hecho de que usted no se ha ganado el tener esta relación por su propio mérito, sino que confía en Cristo, quien lo hizo posible para usted. El segundo es el amor exorbitante de Dios, nosotros debemos aceptar y renovar nuestras mentes para experimentarlo y compartirlo con los demás. Y tercero, se refiere a la amistad íntima con el Espíritu Santo.
¿Cómo es posible ser consciente de la comunión con Dios todo el día, todos los días? Es posible porque Jesús envió al Espíritu Santo a morar en los corazones de cada creyente, por lo que él está en usted y con usted siempre.
Si usted fuera a construir una amistad íntima con alguien, ¿qué requeriría? ¿Pasar tiempo juntos? ¿Hacer cosas juntos? ¿Hablar y escuchar? ¿Confiar en esa persona y construir confianza en ella? ¡Usted puede hacer todas estas cosas con el Espíritu Santo, su mejor amigo!