Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Romanos 8:29 (NVI)
Dentro de cada uno de nosotros hay un deseo de cambiar. Podemos cambiar si comenzamos a pensar y actuar más como Dios. El versículo de hoy nos enseña que Dios planeó esto. Él planeó que usted fuera transformado según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos.
Así que si usted ha dado su vida a Jesús, usted puede desarrollar un fuerte deseo no solo de actuar moralmente como Dios, sino también de funcionar financieramente (no le falta nada) como él, en salud, en paz, en alegría y en todo lo demás. Usted fue creado por Dios para vivir a su manera.
Los cristianos pueden alcanzar el éxito financiero, ganar influencia y crear cosas bellas. Cuando Dios está en usted, la excelencia se levanta. Usted quiere actuar como él, ¡y que todo se haga con excelencia! El cielo está lleno de música, bellas calles y edificios. Hay prosperidad, paz y alegría. Todo en su espíritu lo está empujando en esa dirección.
El cristianismo no se trata de que usted intente llegar a ser algo que no es. En el momento que usted empieza a convertirse en lo que usted siente que no es, empieza a correr en una banda sin fin que no lo lleva a ninguna parte. Como creyente, usted es un hijo de Dios (Gálatas 3:26) y usted tiene la mente de Cristo (1 Corintios 2:16), por lo que el cristianismo se trata de sacar el potencial que ya está dentro de usted, no de ponerse ningún tipo de representación externa.
Así que si usted es creativo, ¡haga! Si está en los negocios, ¡construya! Si usted es un maestro, ¡enseñe! Cuando logramos que las creencias de Dios estén dentro de nosotros, queremos ser conforme a su imagen.