Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor! Romanos 8:38-39 (DHH)
Hemos estado en una serie en las últimas semanas sobre la curación de nuestro “corazón de huérfano”. Todos tenemos el potencial de sentirnos huérfanos de nuestro Padre Dios si no fortalecemos la conciencia de Su amor por nosotros. Y esto puede dificultar el que podamos recibir y dar amor.
Tenemos problemas para confiar en los demás porque sentimos que no podemos contar con nadie más que nosotros mismos. Tendemos a centrarnos en lo que recibimos de las personas, en lugar de en lo que podemos ofrecer. Dudamos en amar porque no hemos aprendido a confiar en nuestro Padre Dios y Su increíble amor por nosotros.
Si queremos que nuestras relaciones crezcan, tenemos que aprender a amar a los demás con libertad, y el encontrar y estar seguros del amor que Dios nos tiene, es lo que nos permite ser libres de alcanzar y hacer precisamente eso.
Esto no significa que las personas no puedan lastimarlo. Algunos lo harán, pero pase lo que pase, usted puede recurrir a su Dios Padre y saber que usted es amado sin límites.
El amor de Dios es lo que le da la audacia que usted necesita para llegar a los demás con amor y desarrollar relaciones fuertes y duraderas.