Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, dice el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza, nunca olviden eso. Jeremías 29:11 (VOZ)
Los sueños y las visiones son una parte hermosa del lenguaje del reino del espíritu.
A menudo quedamos atrapados tratando de dar sentido al mundo sólo desde un punto de vista lógico. Queremos ser capaces de explicar y analizar cosas. Queremos crear sistemas y reglas que nos den la certeza de que podemos recrear las circunstancias que queremos, y evitar las que no queremos.
Para experimentar lo milagroso, tenemos que conseguir que nuestros corazones se comprometan. Necesitamos permitir que la Palabra de Dios pinte imágenes en nuestros corazones. Cuando permitimos que Sus promesas enciendan la esperanza en nosotros, haciéndonos vislumbrar nuevas alturas que podemos alcanzar, comenzamos a avanzar hacia una vida mejor.
Comience con la meditación. Nosotros desarrollamos estos sueños y visiones del corazón cuando meditamos en las promesas de Dios y les permitimos cambiar nuestra visión del futuro. Al principio, es sólo mental, pero eventualmente nos afecta en un nivel más profundo. Estas promesas llegan a nuestro corazón y ganamos un sentido de propiedad sobre ellas. Ya no sólo esperamos, ganamos confianza al saber que las cosas van a ser grandes. Cuando las promesas de Dios tocan nuestros corazones, comenzamos a hablar positivamente y tenemos nuevos sueños.
¡Dios tiene grandes planes para usted! Él tiene sueños emocionantes para sus relaciones, su carrera y su relación con Él. ¡Es hora de visualizarlo! ¡Deje que las promesas de Dios reaviven sus sueños!