Pon tu cuidado y tu atención en estas cosas, para que todos puedan ver cómo adelantas. Ten cuidado de ti mismo y de lo que enseñas a otros, y sigue firme en todo. Si lo haces así, te salvarás a ti mismo y salvarás también a los que te escuchan. 1 Timoteo 4:15-16 (DHH)
La meditación bíblica tiene muchos beneficios. Cuando usted se enfoca en estar cada vez más consciente de la presencia de Dios e intencionalmente piensa en Su Palabra y Sus promesas, esto le da coraje. Usted gana la fuerza y la confianza que necesita para ministrar a las personas que le rodean.
Ahora, ¿a qué me refiero con ministrar? No estoy hablando de estar de pie en la esquina de una calle con una pancarta que dice: “Conviértete o arde”. Ministrar puede significar muchas cosas y se trabaja fácilmente en la vida cotidiana. Ministrar podría significar llevar una cazuela a alguien que acaba de perder a su cónyuge. Usted podría ayudar a su vecino a construir una valla. Ministrar es tomarse el tiempo para escuchar a la anciana en el autobús que quiere contarle todo acerca de sus gatos, solo por la oportunidad de mostrarle el amor de Cristo. O tal vez es compartir su historia con un compañero de trabajo que le pregunta por qué va a la iglesia.
A menudo tenemos miedo de salir y compartir nuestra fe porque tenemos miedo de la reacción. Descubrí que si usted se mantiene alejado de los “deberías/ no deberías” y sigue hablando de su experiencia, la mayoría de la gente estará dispuesta a escuchar lo que usted tiene para decir. Después de todo, nadie puede discutir con su experiencia.
Su tiempo tranquilo con Dios lo capacitará para hablar de una manera única, compartiendo su experiencia personal con Dios de una manera hermosa.