Pues lo hiciste casi como un dios, lo rodeaste de honor y dignidad, Salmos 8:5 (DHH).
¿Quién es digno de respeto? A veces parece que únicamente calificamos si estamos a la altura de los estándares culturales del momento. En nuestra cultura, valoramos a las personas hermosas. También valoramos los logros, el éxito y el talento.
No tenemos problemas para coronar a las personas con gloria, honor, dignidad y valor si creemos que se lo han ganado. Pero, ¿qué hay de una persona sin hogar? ¿Alguien en prisión? ¿La persona que fue atrapada teniendo una aventura o cuyo negocio falló? ¿Alguien que esté enfrentando depresión? ¿Son coronados con gloria y honor… o con vergüenza y evasión?
Dios tiene un punto de vista muy diferente. El versículo de hoy no solo dice que Él hizo a la humanidad a un nivel un poco más bajo que Él mismo, lo cual es increíble, sino también que nos coronó con gloria y honor. ¿Porque lo ganamos? No, fue un regalo. A los ojos de Dios, todos tenemos un valor infinito.
Hoy es el Día de la Remembranza en Canadá, y yo admiro mucho a nuestras fuerzas armadas. En su interior, ellos tienen la creencia de que todos somos dignos de vivir con dignidad y libertad, ¡y que vale la pena luchar por eso!
Hoy, tengamos el desafío de unirnos a esa lucha por el valor y la dignidad de todos. A menudo caemos en la mentira de que si avergonzamos a las personas, su comportamiento mejorará. La psicología muestra que este enfoque no funciona, y Jesús modeló el amor y la aceptación, no el juicio y la condena. Nosotros necesitamos hacer lo mismo.
Hoy, a través de la simple bondad, yo lo desafío a que usted le demuestre a alguien esta verdad: ¡que ellos tienen un valor infinito!