¡Cuánto amo tu enseñanza! ¡Todo el día medito en ella! Salmos 119:97 (DHH)
La meditación bíblica no pretende ser una tarea aburrida que hacemos por obligación. De hecho, si usted lo hace de la manera correcta, usted comenzará a desearla, porque hará que se profundice su amor por las Escrituras y su amor por Dios.
El versículo de hoy muestra cómo se sentía el salmista en su tiempo de meditación. La palabra ley no se refiere a una lista de cosas por hacer y no hacer; se refiere a la Palabra de Dios. Él leía la Palabra de Dios y luego mantenía ese concepto, principio o idea en su mente durante todo el día.
Es fácil pasar nuestros días incluso olvidando que tenemos un Padre Dios, pero cuanto más lo mantenemos en nuestras mentes, más lo conocemos y comenzamos a disfrutar nuestra relación con Él. Profundizamos nuestro amor por Dios mientras meditamos en Él y en Su Palabra.
La Palabra de Dios fue escrita para ayudarle a tener relaciones excepcionales y autoestima, para vivir con gran propósito y realización, y para conocer a Dios de una manera increíblemente gratificante. Este tipo de vida no proviene de estar apurado, tratar de ser perfecto o hacer de todo. Se deriva de la capacidad de estar tranquilo.
Todos tenemos listas de tareas pendientes que nos inquietan, pero aun así, podemos encontrar momentos de silencio todos los días. La vida tiene su forma de imponerle lo que usted debe pensar en cada momento. Estamos inundados de información, desorden y distracción. Incluso si usted solo puede tomar cinco minutos aquí y allá, aprenda a tener un silencio con Dios y dirija sus pensamientos a Sus caminos. Mantenga la calma y comenzará a amar el tiempo que pasas con Dios.