Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros para ser sanados. La oración fervorosa del justo tiene mucho poder. Santiago 5:16 (DHH)
¿Alguna vez ha sentido que quizás usted no es lo suficientemente bueno para que Dios escuche sus oraciones? Quiero compartir dos pensamientos rápidos del versículo de hoy que tratan con esta preocupación.
El primero es con respecto a la rectitud. Como creyentes, podemos sentirnos indignos de llevar nuestras peticiones a Dios, pero él nos ve como dignos de sus bendiciones gracias a Jesús. No ganamos y no podemos ganar justicia, ser aceptados por Dios. Ese es un regalo gratis que obtenemos al recibir a Jesús como nuestro Salvador (Véase Hebreos 7:25).
El enemigo puede tratar de convencernos de que no somos aceptados por Dios al tratar de recordarnos todo lo que hemos hecho mal, pero estamos seguros de que Dios dijo que esos errores han sido pagados y perdonados en Cristo. Cuando oramos, necesitamos reconocer que somos aceptados por Dios. Entonces es más fácil comprender que nuestras oraciones son poderosas y tienen peso.
Una vez que entendemos que somos justos delante de Dios, el segundo principio que podemos recoger de este versículo es sobre la oración. En lugar de “fervorosa”, algunas traducciones de la Biblia utilizan las palabras “franca, sincera”, pero lo que significa es que necesitamos declarar la Palabra de Dios con propósito y pasión.
Yo simplemente mantengo una conversación con Dios y declaro sus bendiciones sobre mi vida. ¡Usted también puede! Reclame Sus promesas con pasión, recordándose a sí mismo que usted tiene derecho a cada una de ellas en Cristo. Cuando usted lo hace, un tremendo poder se hace disponible… ¡Poder que puede cambiar su mundo y producir resultados maravillosos!