Ustedes, hermanos, han sido llamados a la libertad. Pero no usen esta libertad para dar rienda suelta a sus instintos. Más bien sírvanse los unos a los otros con amor. Gálatas 5:13 (DHH)
Voy a compartir un pequeño secreto de la vida: Cuanto más envuelto esté usted en sus propios asuntos; más parecerá que la felicidad lo elude.
Es por eso que el altruismo, la preocupación desinteresada por la felicidad y el bienestar de los demás por encima de la suya, es una clave para ser feliz. Es una vida en la que usted deja de estar preocupado por el yo, yo, yo: “¿Qué tan feliz soy? ¿Alguien se preocupa por mí? ¿Quién está ahí para mí?
Algo nos sucede cuando somos lastimados: comenzamos a protegernos. Ahora, es importante que usted se cuide, pero no es saludable pensar, “SOLO voy a ocuparme de mí mismo”. No cometa ese error. El autoenfoque es un viaje rápido a la infelicidad, pero la alegría crece cuando hacemos cosas por los demás sin esperar nada a cambio.
Recuerdo que cuando cumplí doce años, obtuve mi primer trabajo. Esa Navidad, ahorré mi propio dinero y decidí comprar, por primera vez, regalos para mis hermanos pequeños. Recuerdo esta sensación cálida que brotaba de mí mientras los veía abrir los regalos que había elegido y su sorpresa y gratitud mientras lo hacían. Ese sentimiento nunca lo abandona mientras usted viva.
Hay algo poderoso en bendecir a otros que cultiva una alegría increíble en su vida. Jesús lo llama el corazón de un siervo–hacer algo por los demás sin esperar nada a cambio. (Vea Filipenses 2:3-5, Gálatas 5:13-14, Marcos 10:43-45.)
Cuando usted sirve a otros–no por un salario, recibir reconocimiento o sacar ventaja, algo sucede en su interior.
¡Primero sirva a los demás y descubrirá una alegría continua y gratificante!