¡Gracias a Dios, porque nos ha hecho un regalo tan grande que no tenemos palabras para expresarlo! 2 Corintios 9:15 (DHH)
Con mucha frecuencia pensamos que no hemos hecho lo suficiente para merecer todo el bien que recibimos en Cristo. ¡Lo gracioso es que eso es verdad! No lo merecemos… Pero eso es irrelevante. Nuestras fallas no nos pueden excluir de un acuerdo que no hicimos.
¡Usted no puede romper un acuerdo que no hizo en primer lugar! El primer acuerdo que Dios hizo con la humanidad fue con Adán. Adán rompió ese acuerdo, causando que la humanidad asumiera la naturaleza del pecado. Pero este segundo acuerdo fue entre Dios y Jesús. Es por eso que Jesús vino como un ser humano, para que pudiera cumplir todas las condiciones en nuestro nombre. Cuando damos nuestra vida a Cristo, nos convertimos en hijos de Dios, ¡asumiendo Su naturaleza!
Cuando usted dio su vida a Cristo, no estaba haciendo ningún tipo de trato con Dios. Usted estaba recibiendo un regalo. Pensamos en términos de “si hago esto, entonces obtengo eso”, pero cuando se trata de Su reino, es “¡Jesús hizo eso, así que obtengo esto!”
¿Qué hizo Jesús? Él pagó la deuda adquirida por la traición de Adán, Adán había vendido al demonio toda la raza humana. ¿Y que se obtiene? Salvación, cielo, relación con Dios, Espíritu Santo en usted, Sus promesas… ¡una vida bendecida! Todo lo que usted necesita hacer es recibir el regalo.
No podemos ganar el amor o el favor de Dios. El regalo es el mismo para todos. Por lo tanto, cuando llega la condena y usted tiene pensamientos sobre si merece bendición o castigo, recuerde esto: ¡No se trata de usted; se trata de Jesús!