Y así como el delito de Adán puso bajo condenación a todos los hombres, así también el acto justo de Jesucristo hace justos a todos los hombres para que tengan vida. Romanos 5:18 (DHH)
La condena es una influencia directa del enemigo. Esos sentimientos de vergüenza, de sentir decepción, merecimiento de castigo, de que usted no es bueno, sentirse sin esperanza y sin valor; todos están basados en sus mentiras.
La buena noticia es que Satanás no puede hacerle sentir condenación. Él puede tratar de plantear pequeñas acusaciones y pensamientos en su mente para que usted llegue allá, pero usted tendría que morder el anzuelo. ¡No muerda el anzuelo!
Tal vez usted no lo vea como una condena; cree que es solo una pobre autoestima. Usted solo está un poco mal consigo mismo, es inseguro, no siente que es tan bueno como todos los demás, o le falta confianza en sus habilidades. ¡Todos estos tienen su raíz en la condenación!
La condenación le impide creer en las promesas de Dios. Usted piensa: No me lo merezco. No califico. No soy lo suficientemente bueno. No soy capaz. Y mientras usted pase todo ese tiempo pensando en lo que usted es y lo que no es, se olvida de quién es Dios, de lo que Él le ha dado y de lo que usted es capaz de hacer en él.
Elimine la condena centrándose en su identidad en Cristo. El libro de romanos es un gran lugar para comenzar. ¡La verdad es que usted ha sido hecho nuevo en Cristo (Romanos 6:4)! La vieja naturaleza de pecado se ha ido; usted ha recibido la naturaleza de Dios y está vivo en Cristo (6:11,14). Usted está justificado con Dios y le pertenece a Él (5:20-21,7:4). Nada puede separarlo del amor de Dios (8:35-39). Usted es más que conquistador (8:37), está fortalecido en su interior por Su Espíritu (8:26-27). ¡Usted es coheredero con Cristo, compartiendo todas las bendiciones y promesas que Él ha provisto (8:17)!