Y corramos con fortaleza la carrera que tenemos por delante. Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona. Hebreos 12:1-2 (DHH)
Cuando era pequeño, solíamos entonar una canción sobre el amor de Dios, y nunca la he olvidado. El coro dice algo así: “Soy amado. Soy amado. Puedo arriesgarme a amarte, porque el que más me conoce es el que más me ama.
Todos queremos mostrar lo mejor al mundo que nos rodea. Cuando tenemos una cita, sacamos lo mejor de nosotros. Cuando vamos a la iglesia, queremos lucir lo mejor posible y queremos que nuestros hijos tengan un buen comportamiento. En Navidad, nos esforzamos para dar los mejores regalos, tener la mejor comida y la casa más limpia. No queremos que nadie vea nuestras faltas, aunque todos las tengamos. A veces incluso pensamos: si realmente ellos supieran cómo era yo, nunca me aceptarían.
Mientras tanto, Dios lo sabe todo sobre usted, ¡TODO! ¡Él es quien mejor lo conoce, y aun así el que más lo ama!
No medite en los pensamientos condenatorios que puedan llegar a su mente; rechácelos declarando quien Dios dice que usted es. Usted no tiene que ser perfecto o impresionante para ganarse el amor de Dios. Por supuesto, Él todavía no ha terminado con usted. Su amor puede sanarlo, restaurarlo, empoderarlo, levantarlo, moldearlo y ayudarlo a convertirse en alguien que nunca hubiera podido estar sin Él. Pero Él lo ama tal como usted es, aquí y ahora. Cuando Jesús murió, Él murió por personas imperfectas, ¡y Él es el que nos hace justos con Dios!
Ponga su mirada en Jesús en esta temporada de Navidad para recibir el amor y la aceptación que anhela. ¡Usted encontrará mucho más de lo que nunca imaginó!