Ustedes saben muy bien que si se entregan como esclavos a un amo para obedecerlo, entonces son esclavos de ese amo a quien obedecen. Y esto es así, tanto si obedecen al pecado, lo cual lleva a la muerte, como si obedecen a Dios para vivir en la justicia. Romanos 6:16 (DHH)
Dos personas en carros separados se atascan en el tráfico cuando un tren cruza lentamente. Una persona sigue el ritmo de una canción que suena en la radio, mientras que la otra golpea con los puños el tablero. Cada persona tiene que esperar la misma cantidad de tiempo, pero una aprovechará la demora sin dejar que esto arruine su día, mientras que la otra estará irritable con todos los que se crucen en su camino.
Todos nos encontramos con situaciones como esta y nuestro comportamiento, alimentado por la gracia o la ira, es dictado por el hábito.
Casi todos nuestros comportamientos están regidos por hábitos. En otras palabras, somos lo que repetidamente hacemos. Nuestros hábitos son fuerzas muy poderosas en nuestras vidas; pueden impulsarnos hacia adelante o llevarnos por un camino de destrucción.
Afortunadamente, los malos hábitos no son inamovibles. Se pueden transformar cuando usted los reemplaza con un buen hábito. Enfocarse en sus malos hábitos solo les da poder. Cultive nuevos y positivos hábitos y estos pronto superarán a los negativos.
Las acciones que usted elija forman sus hábitos. Estos hábitos determinarán su carácter y eventualmente su destino. Uno de mis dichos favoritos es el siguiente: “Siembre un acto y coseche un hábito; siembre un hábito y coseche una personalidad; siembre una personalidad y coseche un destino”. Todo depende de usted.
Las pequeñas acciones que usted elija hoy, determinarán su futuro.