Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Romanos 8:14 (NVI)
Nunca permita que una tormenta decida su dirección.
Cuando las cosas vienen en nuestra contra, puede ser tentador ir en la dirección que la tormenta está soplando. Si tenemos problema tras problema en nuestro matrimonio o negocio, podríamos empezar a pensar que tal vez estamos en el matrimonio equivocado o en el negocio equivocado. Podemos comenzar a permitir que esas tormentas determinen si continuamos o no luchando por lo que Dios tiene para nosotros.
La verdad es que Dios nos ha preparado grandes oportunidades y bendiciones, y las tormentas no nos pueden quitar estas cosas. Sólo necesitamos perseverar. Necesitamos desarrollar una actitud donde digamos: “No me importa lo que venga a mi camino. ¡Voy a seguir adelante!”
Cuando Jesús estaba cruzando el mar de Galilea en un bote y estalló una tormenta, no dijo: “Bueno, supongo que esto significa que Dios no quiere que vayamos al otro lado”. Las tormentas no tienen que decidir nuestra dirección.
En una nota similar, no somos conducidos por puertas abiertas. A veces pensamos que necesitamos ver una puerta abierta para saber que Dios nos está llevando allí. Pero si Dios le ha prometido algo en su Palabra o si lo ha llevado a enfrentar desafíos, no se desanime. Como creyentes, somos guiados por el Espíritu, no por puertas abiertas. Si la puerta a una promesa parece cerrada, ¡derríbela!
Vaya a la Palabra de Dios para determinar la dirección para su vida, pida al Espíritu que les muestre lo que él quiere que usted haga, y dese cuenta de que él le ha facultado para superar cualquier obstáculo, ¡no importa lo que sea!