Y yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de cualquier palabra inútil que hayan pronunciado. Pues por tus propias palabras serás juzgado, y declarado inocente o culpable.» Mateo 12:36-37 (DHH)
¿Qué le viene a la mente cuando lee los versículos de hoy? Algunos podrían pensar: “Cuando estemos frente a Jesús, vamos a tener que dar cuenta de todas las cosas malas que hemos dicho”. En realidad, eso no es lo que dice este versículo.
Según la Biblia, solo habrá dos tipos de juicio al final de esta era. Uno es para aquellos que no han aceptado a Cristo. El otro es llamado el trono del juicio (Bema Seat), que es para los creyentes. Este juicio no se centrará en lo que hemos hecho mal, sino en lo que hemos hecho bien.
No puedo encontrar ninguna evidencia en la Biblia que diga que Dios nos va a reprender por todo lo que hicimos mal o no hicimos. Este juicio será más como juzgar un concurso o evento deportivo donde se otorgan los premios, y cuando Dios dirá “gracias”.
De hecho, el versículo de hoy nos enseña que nuestras palabras tienen consecuencias: buenas o malas. Cuando plantamos la Palabra de Dios en nuestros corazones, esto tiene un efecto increíble en nuestro futuro. Por otro lado, cuando hablamos negativamente, plantamos las creencias equivocadas que conducen a resultados pobres.
Dios nos ha dado el poder de declarar sobre nuestras vidas. ¿Por qué no usar este poder para lograr un cumplimiento mayor de sus promesas? La Biblia dice en Salmos 103:20 que los ángeles obedecen la voz de la Palabra de Dios, entonces demos voz a sus promesas.
En su tiempo de oración, cuando encuentre promesas en la Palabra de Dios, de ese paso extra y reclámelas en voz alta.