No nos atrevemos a igualarnos ni a compararnos con algunos que tanto se recomiendan a sí mismos. Al medirse con su propia medida y compararse unos con otros, no saben lo que hacen. 2 Corintios 10:12
La comparación es destructiva.
¿Ha estado usted cerca de personas que empiezan a hablar de lo fantásticos que son, de lo que saben, de lo qué han logrado o la posición que han alcanzado? Cuanto más hablan, peor usted se siente… si usted empieza a compararse con ellos. Es por eso que el versículo de hoy dice que no se compare con los que se recomiendan a sí mismos.
A continuación dice que no se mida a sí mismo porque es imprudente. Ahora, al principio, cuando leí esto, pensé: “¿No se supone que debemos mirar nuestros logros pasados para tratar de superar nuestras marcas personales?” Aunque hay un tiempo para esto, no es útil cuando se trata de medir su valor. Usted no puede medir su valor basado en lo que usted ha hecho. Usted nunca se dará cuenta de lo increíble que es mirando su rendimiento. La única manera de medir su valor es yendo a Dios, su Padre y Creador.
Es hora de que nosotros, como cristianos, dejemos de medirnos de acuerdo a cómo nosotros creemos que debemos hacerlo y empecemos a medirnos de acuerdo con lo que dice la Palabra de Dios.
Por ejemplo, la Biblia dice que Dios piensa en usted todo el tiempo (Salmo 139:15). Si usted ora ahora mismo y dice: “Oye, Dios, soy yo”, usted podría imaginar a Dios diciendo: “¡Hola, estaba pensando en ti!” ¿No es increíble?
Su valor no se mide en hechos o logros. ¡Se mide por el hecho de lo que Dios dice, y él dice que usted es de infinito valor para él!