Así es también la palabra que sale de mi boca; No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo, y cumplirá con mis propósitos.
Isaías 55:11 (NVI)
Hoy quisiera contarles una historia para animarlos a permanecer en la fe sobre la ayuda milagrosa que Dios tiene para su vida.
Yo estaba en la escuela, en el grado uno o dos, cuando el estómago me empezó a doler. Vivía en una pequeña ciudad donde era común que los niños anduviesen libremente de un lado a otro de la escuela, así que mi maestra me dejó salir para caminar solo hacia mi casa.
Mientras caminaba, un dolor de estómago apareció y se hizo cada vez más intenso, hasta llegar al punto en el que ya no podía caminar, me deslicé en una zanja y me acosté en posición fetal.
Mientras estaba acostado en la zanja, clamé a Dios. De repente, fue como si un dedo me tocara la nuca. Un flash caliente pasó de la parte superior de mi cabeza a las puntas de los dedos de los pies y el dolor se fue instantáneamente. No vi un ángel y no sé cómo el milagro sucedió exactamente, ¡pero me sentí tan bien que me di la vuelta y regresé a la escuela!
Nunca he olvidado ese día. Los ángeles de Dios están asignados a nuestras vidas, y cuando oramos, ellos se mueven a ayudarnos.
¿A qué se está usted enfrentando hoy? Usted puede reclamar promesas de Dios de salud, prosperidad, paz y alegría. No le puedo prometer que sentirá un toque instantáneo de Dios, pero puedo garantizarle que la Palabra de Dios no vuelve vacía. ¡En la medida en que usted continúe reclamándola y permanezca en la fe, usted alcanzará aquello que él tiene destinado que usted haga!