El reino de Dios es como un hombre que esparce semilla en la tierra.
Marcos 04:26 (AMP)
Permítanme hablarles sobre una de las cosas que más odiaba en mi infancia. Se llamaba el jardín de la familia. Cada dos días, mi mamá nos llevaba a todos nosotros que éramos cinco e íbamos a desyerbar el jardín. Desde entonces, he odiado los jardines, pero esa experiencia me enseñó mucho acerca de la fe.
Me encantarían los jardines si no fuera por las malas hierbas. ¿No sería maravilloso si usted pudiera plantar lo que quisiera y simplemente volver un mes y medio después a recoger la cosecha? Pero en el mundo real, así no es como funciona. Si usted no tiene cuidado con las malas hierbas, ellas asumen el control, y todo lo que tendrá son grandes malezas en época de cosecha.
Pero si usted va por ahí regularmente, puede quitar las malezas cuando son pequeñas y no es un gran problema. Así es el corazón. Su corazón es como la tierra, y es un proceso el llevar lo milagroso a su vida.
Cuando usted planta más de lo que desea en su corazón, usted tiene que tratar con las pequeñas falsas creencias que siguen apareciendo. Es como si usted estuviera desyerbando su jardín interior, y usted va a producir una gran cosecha como resultado.
Por ejemplo, si usted quiere más paz, deje de plantar miedo y duda a través de lo que se muestra en las noticias y lo que dicen todas las personas pesimistas. En lugar de eso, plante paz, centrándose en las promesas de Dios y hablando con otros creyentes que pueden animarlo y creen en usted.
La fe es algo que se construye con el tiempo a través del estudio disciplinado y del enfoque. Continúe plantando las promesas de Dios y ¡le encantará el resultado!