Porque a cada árbol se le conoce por su propio fruto. Lucas 6:44 (NVI)
Hoy voy a hablar de una habilidad que todos necesitamos si queremos tener buenas relaciones: cómo juzgar a la gente correctamente.
Probablemente usted esté pensando, Hey, ¡pensé que no deberíamos juzgar a la gente! Y usted tiene razón… estamos hablando de juzgar los motivos de la gente. Pero hay un tipo de juicio que absolutamente necesitamos hacer. Permítanme explicarlo con un ejemplo.
Digamos que usted está buscando una niñera. El primer candidato que usted entrevista vive en la misma calle. Ella ha sido arrestada un par de veces por posesión de drogas, y fue despedida de su último trabajo por robar dinero. ¿Usted le permitiría que fuera su niñera?
La verdad es que la Biblia no dice que debamos confiar en las personas ciegamente. Sería irresponsable no echar un buen vistazo al historial de esta mujer antes de permitirle que cuide a sus hijos.
Este puede parecer un ejemplo obvio, pero a lo largo de los años he visto este tipo de cosas suceder una y otra vez. La gente invierte sus ahorros con alguien solo porque van a la misma iglesia. O contrata a alguien para una posición importante sin revisar sus referencias a fondo sólo porque fanfarronea.
No me malinterpreten; la Biblia es clara en que juzgar los corazones de los demás traerá dolor a nuestras vidas. Sin embargo, la Biblia también es clara en que debemos mirar el fruto en la vida de las personas. En otras palabras, se supone que debemos juzgar los antecedentes de las personas.
Lo que la gente hace es un buen indicador de su comportamiento futuro, no lo que dicen o cómo lo hagan sentir, así que nunca se disculpe por hacer que la gente gane su confianza.