Por eso, todos nosotros, ya sin el velo que nos cubría la cara, somos como un espejo que refleja la gloria del Señor, y vamos transformándonos en su imagen misma, porque cada vez tenemos más de su gloria, y esto por la acción del Señor, que es el Espíritu. 2 Corintios 3:18 (DHH)
La palabra “arrepentirse” a menudo se usa mal. Cuando la Biblia dice que debemos arrepentirnos, creemos que está diciendo que somos malos o que deberíamos avergonzarnos, pero la vergüenza y el remordimiento no tienen nada que ver con el arrepentimiento.
Arrepentirse implica ver que algo necesita ser cambiado, entonces se trata de hacer ese cambio. No se trata de castigarse por lo que usted haya hecho mal; se trata de hacer un giro de 180 grados cuando usted se da cuenta de que está yendo en la dirección incorrecta.
Hemos estado en una serie sobre los beneficios de la meditación bíblica, y otro beneficio es la capacidad de arrepentimiento. Mientras más usted medite en la Palabra de Dios, más comenzará a desarrollar la habilidad de cambiar, y me refiero a realmente cambiar.
Algunos cambios son temporales, especialmente del tipo que depende solo de la fuerza de voluntad. Pero la Palabra de Dios tiene el poder de cambiarlo profundamente, a nivel del corazón. Cuando usted cambia sus creencias, comienza a tomar medidas en una dirección nueva y mejor.
No hay forma de estar a la altura de todas las expectativas que usted tiene de sí mismo sin la fuerza que viene de pasar tiempo con Dios. Los tiempos reflexivos, meditativos y tranquilos con Dios y Su Palabra le permiten traer un cambio real a cada área de su vida.
Dios quiere que usted sea bendecido. Él quiere que usted supere aquello que lo está frenando. En la medida en que usted vaya conociendo a Dios a través de su Palabra, usted es cambiado, o “transformado a Su imagen con más y más gloria, por el Espíritu del Señor”.