Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza. Filipenses 4:8 (DHH)
Leí una gran frase en una bolsa de Lululemon: “La mayor causa de infelicidad en el mundo es la búsqueda de la felicidad”. Cuanto más buscamos la felicidad, más lejos parece estar de nuestro alcance.
Supongamos que usted comienza su día de mal humor. Su mente instantáneamente busca un culpable: puede ser su cónyuge o su trabajo. Si usted sigue escuchando a su mente lógica, usted buscará deshacerse de aquello que culpa. Usted pensará que la respuesta a su infelicidad es un nuevo trabajo o un nuevo cónyuge. El cambio no es malo, pero hacer cambios basados en los sentimientos rara vez nos da los resultados que deseamos.
Algunos sentimientos surgen de la nada, pero generalmente los sentimientos son el resultado de lo que usted dice cuando se habla a sí mismo. En lugar de alentarnos a cambiar nuestra forma de pensar para combatir esos sentimientos, la industria de la autoayuda nos dice que nos centremos en ellos.
Se nos dice que nos pongamos en contacto con nuestros sentimientos negativos, que descubramos qué los está causando y nos deshagamos de la causa. Desafortunadamente, cuanto más usted escucha una voz, en este caso, la de sus sentimientos, más fuerte se vuelven. Muy pronto los sentimientos están dominando su vida, tomando sus decisiones y determinando su futuro.
Si su estado de ánimo está mal hoy, cambie su forma de pensar. Concéntrese en lo que agradece y en cómo puede usted ser una bendición para los demás y observe cómo cambian sus sentimientos.