Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio. 2 Timoteo 1:7 (DHH)
Todo éxito está precedido por un hábito pequeño pero poderoso: La autodisciplina. Levantarse al amanecer para correr, completar las tareas de trabajo a tiempo y seguir una dieta requiere autodisciplina.
En tiempos bíblicos, los muros de una ciudad eran su seguridad, se mantenían bien cuando estaban adentro y mal cuando salían. Proverbios 25:28 (DHH) dice: Como ciudad sin muralla y expuesta al peligro, así es quien no sabe dominar sus impulsos. Alguien que carece de autodisciplina, carece de la capacidad de controlar lo que la vida le trae, mantenerse al margen y solucionar algo.
Por ejemplo, sin autodisciplina, es imposible tener una dieta saludable. Usted consume alimentos que dañan su salud. Sin autodisciplina, usted tiene arrebatos emocionales que dañan las relaciones, dice cosas que desearía no haber dicho. Una vida sin autocontrol es una montaña rusa emocional dolorosa, llena de altibajos.
La autodisciplina, por otro lado, es igual a fuerza. Lo curioso de la autodisciplina es que usted podría no tener problemas en un área de su vida y, sin embargo, es completamente indisciplinado en otra. Donde sea que usted tenga éxito, encontrará autodisciplina. Son las áreas donde usted tiene dificultades que carecen de ella. Piense en un área donde podría usar una dosis de autodisciplina y decida trabajar en ello.
Recuerde que Dios está de su lado y Él le infundirá poder si usted se siente débil y tentado a ceder a sus viejos caminos. Solo pídale.