Esfuércense, no sean perezosos y sirvan al Señor con corazón ferviente. Vivan alegres por la esperanza que tienen; soporten con valor los sufrimientos; no dejen nunca de orar. Hagan suyas las necesidades del pueblo santo; reciban bien a quienes los visitan. Romanos 12:11–13 (DHH)
¿Cuándo fue la última vez que usted saltó de la cama emocionado por vivir un nuevo día?
Claro, hay momentos en la vida en los que es fácil activar la pasión — cuando usted va a una fiesta, anima a su equipo favorito o acaba de obtener una gran victoria en el trabajo. Pero ¿qué pasa con los otros momentos?
¿Le apasionan sus relaciones en el transcurso de un día normal? ¿Su trabajo le emociona incluso si un proyecto lleva meses?
Muchas personas dejan que sus rutinas se vuelvan monótonas y cambian su pasión por la indiferencia. Cuando usted deja que la pasión en su vida disminuya, es difícil mantenerse comprometido. Usted puede tener la idea de dejar su trabajo, abandonar a su cónyuge o mudarse a una nueva ciudad solo para redescubrir la pasión en su vida, pero usted debe saber que las consecuencias de estas decisiones generalmente no son compensadas por la corta pasión que usted obtiene. Eso es porque encontrar la pasión es un viaje interno, no una excursión externa.
La pasión es una decisión. Simplemente decida abordar las cosas importantes de la vida con emoción y entusiasmo. Tome la decisión de proteger su pasión y no permita que actitudes negativas, circunstancias u otras personas lo desanimen.
Algunos afirman que no son el tipo de personas apasionadas, pero no estoy de acuerdo. Dios lo diseñó para ser apasionado. Mantenga su pasión por Dios y por ayudar a los demás, y descubra una de las mayores alegrías que esta vida tiene para ofrecer.