Pero no te gloríes, despreciando las ramas naturales. Si lo haces, recuerda que no eres tú quien sostiene a la raíz, sino que la raíz te sostiene a ti. Romanos 11:18 (DHH)
Como creyentes, a menudo pensamos que es imposible ser humilde y amarnos a nosotros mismos al mismo tiempo, pero ¿es esto cierto?
Primero, veamos la definición de humildad. Las definiciones modernas se refieren a tener una visión modesta o baja de nuestro valor, para que podamos ver dónde se encuentra la confusión. Sin embargo, hay otra descripción de la humildad que dice: “la moderación está regulada por la perspectiva interna”. Continúa explicando que la humildad es algo que desarrollamos al compararnos con el Señor y no con los demás.
Cuando nos comparamos con los demás, podemos terminar sintiéndonos superiores o inferiores a ellos, pero cuando nos comparamos con Cristo, nos damos cuenta de que somos completamente dependientes de él. Nos deshacemos de la idea de que de alguna manera podemos ganar una posición más alta a través de nuestro comportamiento, la idea de que somos mejores o peores que otros. En cambio, nos damos cuenta de que todos somos iguales. Todos dependemos por completo de Jesús para ser justificados con Dios y para tener la capacidad de vivir bien nuestra vida. Esa es la verdadera humildad.
Ahora, con esa definición en mente, ¿es posible reconocer que usted es valioso para Dios y al mismo tiempo darse cuenta de que depende de Él? ¡Por supuesto! La humildad no requiere que usted piense que no vale nada. ¡Usted tiene un valor infinito para Dios, tanto que él dio a Su único Hijo como sacrificio para poder tener una relación contigo!