Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, porque ellos cuidan sin descanso de ustedes, sabiendo que tienen que rendir cuentas a Dios. Procuren hacerles el trabajo agradable y no penoso, pues lo contrario no sería de ningún provecho para ustedes. Hebreos 13:17 (DHH)
Los líderes siempre enfrentarán la peor parte de las críticas. Como dice John Maxwell, “cuando te patean en la retaguardia, sabes que estás en el frente”. Es comprensible que los líderes enfrenten críticas, pero podemos mostrar respeto por la posición de un líder incluso cuando nuestras opiniones difieren. Podemos honrar la posición incluso cuando el líder comete errores.
Sin embargo, honrar a nuestros líderes no significa que no confrontemos sus errores. De hecho, la confrontación puede comunicar honor. Incluso iría tan lejos como para decir que usted deshonra a alguien cuando no expresa sus preocupaciones. La confrontación, cuando se hace con los motivos correctos, comunica que a usted le importa lo suficiente como para decir algo.
El honor va arriba, abajo y hacia los lados, no solo se aplica al liderazgo. Podemos honrar a todas las personas que nos rodean. Cuando lo hacemos, nos abrimos para aprender de ellos y también ellos parecen volverse más eficientes en lo que sea que hagan.
La humildad siempre acompaña a la verdadera grandeza. Todos anhelamos ser honrados, pero cuando tenemos nuestro foco fuera de nuestro honor, podemos pensar en personas a las que podemos honrar. Las personas verdaderamente exitosas no luchan por hacerse notar y ser honradas. Ellos irradian confianza al dar el crédito a otros cuando se lo merecen. Al mismo tiempo, valoran sus fortalezas personales y lo que aportan. Ellos saben lo que valen, pero no se lo refriegan en la cara.
¿Qué le preocupa más: quién lo honra o a quién puede honrar?