Pero el Señor le dijo: «No te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.» 1 Samuel 16:7 (DHH)
En nuestra sociedad de estrellas de televisión y celebridades fugaces, parece que todos quieren un camino rápido hacia la grandeza. Nuestras oraciones a menudo se adaptan a este objetivo. Pedimos fuerza, coraje y sabiduría, no para que podamos hacer cosas buenas para Dios y para los demás, sino para que nosotros mismos podamos llegar a ser grandes.
No me malinterprete. No hay nada de malo con tener grandes aspiraciones, pero esto puede convertirse en un problema si es nuestro enfoque principal.
Mateo 19 cuenta una historia sobre un joven rico que le preguntó a Jesús qué necesitaba hacer para lograr la vida eterna (v.16). Este joven rico era como muchos de nosotros que pide ayuda a Jesús para “encontrarnos a nosotros mismos”, con la esperanza de Él nos revelará el camino más corto para conseguir nuestra grandeza personal.
Jesús respondió diciéndole al joven rico que regalara toda su riqueza y lo siguiera. No es que Jesús tuviera un problema con su riqueza, pero Él necesitaba redirigir la atención de este hombre porque Él sabía que aquel hombre adoraba la riqueza. Jesús respondió las preguntas del corazón del hombre, no las preguntas de su cabeza.
Quizás Dios también está respondiendo las oraciones de su corazón. Él quiere que usted tenga éxito en el trabajo, pero quizás primero quiere enseñarle cómo ser un líder de servicio. Él quiere ayudarle a encontrar grandes amigos, pero primero el quizás quiera, mostrarle cómo ser amigo. Quizás Él lo convierta en una celebridad, pero su corazón es lo más importante para Él.
En su tiempo de oración esta semana, pídale a Dios que lo ayude a redirigir su enfoque hacia donde usted debe estar.