Tras Eleazar seguía Samá, hijo de Agué, el ararita. Cuando los filisteos se reunieron en Lehi, donde había un campo sembrado de lentejas, las tropas israelitas huyeron ante ellos. Pero Samá se plantó en medio del campo y lo defendió, derrotando a los filisteos. Así el Señor alcanzó una gran victoria. 2 Samuel 23:11-12 (DHH)
Los Hombres poderosos de David eran un grupo de valientes guerreros que lo siguieron mucho antes de convertirse en rey. De este grupo, tres eran famosos por sus hazañas bajo el liderazgo de David. En los últimos dos días hemos hablado de los dos primeros. Hoy hablaremos del tercero, Sama, que luchó contra un ejército sobre un campo de lentejas. Él no retrocedió ni hizo concesiones, ni siquiera en algo tan pequeño e insignificante como un campo de lentejas.
Todo lo grande comienza con algo pequeño.
Imagine una rueda gigante de concreto sobre un eje estacionario. Para ponerla en movimiento, hay que empujarla lenta y repetidamente hasta que la rueda pesada gire más rápido, ganando impulso. Al principio solo es posible realizar pequeños movimientos, pero una vez que la rueda gana impulso, es casi imposible detenerla.
El impulso se construye con pequeñas acciones. No espere una gran oportunidad, cuando las grandes oportunidades se encuentran en las cosas pequeñas.
Por ejemplo, si usted trata a sus hijos como si ellos ya fueran aquello que usted espera que sean, los capacita para que se conviertan en eso. Si usted trata a su esposa como un regalo precioso, encontrará que sus pequeñas acciones le dan un gran impulso ¿Presta atención de cuidar de las pequeñas cosas en sus relaciones, sabiendo que son las demostraciones más pequeñas de amor y respeto las que más importan?