Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas? Romanos 8:32 (DHH)
A muchos de nosotros nos han enseñado que la oración consiste en presentar nuestras peticiones y luego esperar a que Dios tome una decisión.
¿Es así como funciona la salvación? Cuando yo le entregué mi vida a Jesucristo y le pedí que viniera a mi corazón, ¿fue esa petición puesta ante Dios para ser considerada? ¿Hubo una votación con los arcángeles? “León está pidiendo su salvación. ¿Qué piensan ustedes sobre él?”
No, Dios nunca rechazará a nadie que elija creer en Jesús, porque Él nunca se retracta de Su Palabra. (Véase Juan 3:16).
Jesús compró nuestra salvación y envió el Espíritu Santo para habitar en nosotros, lo que significa que Dios no solicita ninguna votación cuando los que no son salvos piden serlo. Lo mismo ocurre con las otras cosas. Cuando la Biblia dice: “Pide, y se te dará” (Mateo 7:7-8), el idioma original implica que debemos declararlo, no implorar por ello. Es como pedirle a alguien en la mesa que pase la mantequilla. No se está preguntando si están dispuestos a pasar la mantequilla; es simplemente una forma de comunicarse con la expectativa de que los alimentos se muevan alrededor de la mesa.
Jesús nos calificó plenamente para cada promesa. En Él, la respuesta siempre es “Sí” y “Amén”, firmado, sellado y entregado. (Vea 2 Corintios 1:20.) ¡Usted puede creer y declarar que sus promesas son suyas!