El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida enseguida de como es. Santiago 1: 23-24 (NVI)
Los espejos no son siempre exactos. ¿Alguna vez ha estado en un carnaval y ha entrado en una casa de diversión donde había un montón de espejos curvos? A medida que se pasa de espejo en espejo, se mira completamente diferente en cada uno.
De manera similar, hay diferentes “espejos” que utilizamos en la vida para reflejar lo que somos. A menudo dejamos que éstos nos definen. El problema es que algunos de estos espejos mienten.
El primer espejo falso del que quiero hablar es el espejo del recuerdo. Cuando miramos nuestras experiencias pasadas para determinar quiénes somos, estamos usando el espejo de los recuerdos.
Cuando se piensa en lo usted es, piensa en los momentos más embarazosos? ¿Recuerda el hecho de que nunca parecía estar a la altura de los otros niños en la escuela? Si es así como determina su identidad, eso va a estar mal. El espejo de los recuerdos es defectuoso. El uso de este espejo, la imagen que viene de nuevo a usted podría ser: No soy lo suficientemente bueno.
No confíe en el espejo de sus recuerdos. El único espejo que le da un fiel reflejo de lo que es como una nueva creación en Cristo es la Biblia.
Utilice la Palabra de Dios como un espejo, porque “el que mira atentamente la perfecta ley que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído, sino haciéndolo, será bendecido en lo que hace” (Santiago 1:25 , NVI).