Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace hijos de Dios. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: «¡Abbá! ¡Padre!»
Romanos 8:15 (DHH)
Muchas veces, vivimos con miedo sin darnos cuenta. Pensamos en el miedo como temblor, huida, terror con pánico, pero esa es solo una forma de miedo. Muchas otras emociones pueden tener como raíz el miedo.
Si tendemos a tener ira, preocupación o estrés, la base suele ser el miedo. Lo mismo es cierto si vivimos con vergüenza o timidez, y a veces, la fatiga y la depresión pueden incluso estar vinculados al miedo. El mal humor, la infelicidad y la postergación pueden basarse en el miedo. Podemos temer no encajar, temer parecer estúpidos, sentir temor a lo desconocido y tener miedo a tomar una decisión equivocada. El miedo está en la raíz de muchas de nuestras luchas, pero la buena noticia es que la Palabra de Dios es la clave para enfrentar el miedo.
¿Quién mejor para dar una hoja de ruta a nuestra psique que el que la creó? ¡Dios sabe qué funciona y qué no! Vamos a dedicar más tiempo a este tema en los próximos días, pero por ahora, dejo aquí algo en que pensar. Si hay un área de su vida donde parece que usted no puede liberarse, levantarse o llegar a un nuevo nivel, el miedo puede estar involucrado. Usted puede comenzar a deshacerse de ese miedo estudiando la Palabra de Dios, comenzando con el versículo de hoy.
Como creyente, usted no es esclavo del miedo. ¡Usted es un hijo de Dios, protegido y provisto por Sus amorosos brazos, con la capacidad de vencer cualquier miedo!