¡Canten al Señor con alegría, habitantes de toda la tierra! Con alegría adoren al Señor; ¡con gritos de alegría vengan a su presencia! Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo y somos suyos; ¡somos pueblo suyo y ovejas de su prado! Vengan a las puertas y a los atrios de su templo con himnos de alabanza y gratitud. ¡Denle gracias, bendigan su nombre! Salmo 100:1-4 (DHH)
En los últimos días, hemos estado hablando sobre la habilidad de podernos dar ánimo a nosotros mismo. Otro gran hábito que lo ayudará a mantenerse animado es el hábito de estar agradecido.
En el versículo de hoy no habla de tener un estado de ánimo feliz para dar gracias a Dios. Dice: “Haz un algarabía de alegría”. La gratitud es una elección, y es un gran antídoto contra el desaliento.
Si usted quiere sentirse animado, comience a agradecer a Dios. No importa lo que usted esté pasando, usted tiene algo por lo que estar agradecido. Usted tiene una opción. Los problemas que enfrenta no tienen por qué derrotarlo. Incluso en medio del dolor, la pérdida y el duelo, usted puede acceder a la gratitud y la alegría que siempre están en su interior, porque el Espíritu Santo está en usted como creyente.
Recuerde que la alegría no es felicidad. La felicidad viene de los buenos sucesos, y cuando las cosas van mal, es bastante difícil ser feliz. Pero la alegría es diferente. La alegría viene de lo profundo de su ser, e incluso en medio de la pérdida y el dolor usted puede comenzar a decir: “Padre, yo te elijo a ti. Gracias por amarme. Tu eres muy bueno”. Usted puede comenzar a declarar las cosas por las que está agradecido, las cosas que lo alegran, y esto echa afuera el desaliento.
Aprenda a estar agradecido por las personas que lo rodean. Diga “gracias” a las personas que usted ama. Dígales que usted está agradecido de que estén en su vida. ¡Elegir ser grato puede elevarlo!