Juan 6:37 (NKJV) Todos los que el Padre me da, vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo.
¿Alguna vez usted siente que se esconde detrás de una máscara?
A menudo escondemos nuestro dolor de los demás, lo cual no es necesariamente algo malo. No es prudente abrirse completamente a todo los que usted conozca. Sin embargo, si nunca se abre a nadie, se convierte en un problema.
Si usted siente que ha estado reteniendo todo hasta el punto en que va a estallar, ¿por qué no comienza abriéndose a Dios? Después de todo, él no está interesado en una relación falsa con usted. Él quiere una relación verdadera, y no lo va a rechazar.
Usted puede hablar con Dios sobre sus miedos, frustraciones, enojo y desilusiones. Las emociones con las que usted lucha no son demasiado para que él las maneje, y no lo juzgará por desahogarse.
De hecho, solo dé un vistazo a los Salmos y verá que el Rey David a menudo derramaba sus frustraciones y temores con Dios. De hecho, David incluso le dijo a Dios cuán frustrado estaba con Él (Salmo 13:1).
¿La honestidad de David acerca de sus frustraciones enojó a Dios? No… de hecho, acercó a David a Dios. Él fue capaz de salir de su enojo y decir: “Pero yo confío en tu amor fiel; mi corazón se alegra en la idea inminente de tu salvación. Cantaré al Eterno, porque Él siempre es generoso conmigo” (Salmo 13:5-6, VOZ).
Cuando usted se siente frustrado con alguien y usted reprime sus sentimientos, esto solo lo aleja. Dios tiene hombros grandes. Él puede manejar su honestidad. Si usted está frustrado con Dios, o con cualquier otra cosa por la que esté pasando, habla con Él al respecto. ¡Usted se alegrará de haberlo hecho!