Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios. Efesios 2:8 (DHH)
Un hombre de cabello largo y tatuado se me acercó una vez en el vestíbulo después de la iglesia. Con nerviosismo, preguntó: “Pastor, ¿tengo que dejar de fumar droga para ir a la iglesia?”
Yo dije: “Absolutamente no”.
Me miró desconcertado. Le expliqué que no tiene que alcanzar la perfección antes de venir a la iglesia. De hecho, usted no tiene que detener ningún mal comportamiento para unirse a la familia de Dios.
La Buena Nueva del Evangelio significa que una vez que aceptamos a Jesús y tomamos la decisión de seguirlo, formamos parte de Su familia. Él nos ama incondicionalmente, ¡no importa lo mal que estemos!
Sin embargo, la belleza del Evangelio es que tiene un efecto de limpieza en nuestras vidas. A medida que pasamos tiempo aprendiendo Su Palabra, comenzamos a tomar decisiones sabias que mejoran nuestras vidas y las de quienes nos rodean. Nuestra capacidad de amar crece.
A lo largo de nuestras vidas, la Palabra de Dios continúa limpiándonos, eliminando todas las creencias, actitudes y hábitos que nos impiden vivir la vida maravillosa que Él tiene para nosotros.
Entonces, si usted se aparta de Dios porque tiene hábitos de los que no se siente orgulloso, pregúntese: “¿Tengo que ducharme antes de bañarme?” Acérquese como está. Todos somos personas imperfectas, pero cuando estamos juntos y con Dios, ¡crecemos y nos divertimos muchísimo en el camino!