Aunque el Señor está en lo alto, se fija en el hombre humilde, y de lejos reconoce al orgulloso. Salmos 138:6 (DHH)
La gente suele decir cosas como: “Quiero ser la próxima American Idol, Joyce Meyer, Billy Graham…”. Aunque suena bien y ciertamente ese puede ser el plan de Dios para ellos, Dios no está interesado en nuestros egos.
Él está interesado en nuestros corazones. Necesitamos estar dispuestos a servir y hacer lo que se debe hacer, incluso si nunca logramos una “gran” posición.
Cuando las personas en la iglesia primitiva iban tras el poder y la posición, eran tratados con severidad. Uno quería comprar poder, a lo que Pedro respondió: ¡Que tu dinero se destruya junto contigo por pensar que es posible comprar el don de Dios! (Hechos 8:20- 23, NTV).
Otro sabelotodo trató de distraer a Pablo y Bernabé mientras ellos compartían el Evangelio. Pablo lo miró fijamente y le dijo: y quedarás ciego. No verás la luz del sol por un tiempo (Acts 13:10-11, NTV). En realidad, el hombre se quedó ciego por un tiempo debido a su orgullo y engañosas ansias de poder.
Según Santiago 4:6 (NTV), Dios se opone a los orgullosos pero da gracia a los humildes. Es importante mantener una estrecha vigilancia sobre el orgullo. ¡Lo último que usted quiere es que el Espíritu Santo se resista a sus esfuerzos!
Jesús nos dijo que si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos. (Marcos 9:35, DHH).. Simplemente sirva a los demás y confíe en que Dios lo colocará donde Él lo necesita.