Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace hijos de Dios. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: «¡Abbá! ¡Padre!» Romanos 8:15 (DHH)
¿Alguna vez usted se ha preguntado cómo lo mira Dios? ¿Se imagina a un poderoso gigante en el cielo con un rayo que sale de sus dedos, y una mirada fulminante por los errores que usted ha cometido?
Esta idea de que Dios es una especie de amo esclavista, enojado y ofensivo, no es la imagen de Dios que Jesús nos enseñó. Necesitamos dejar de ver a Dios como un ser furioso y vengativo y comenzar a ver su verdadera naturaleza de misericordia y amor.
Si usted quiere entender cómo Dios lo ve, debe estudiar Su Palabra para que pueda comenzar a conocerlo y verlo tal como es. Usted comenzará a ver que Dios no está sentado en el trono con oleadas de energía saliendo de sus manos como un villano en una película de ciencia ficción. Dios envió a su único Hijo para proporcionarnos un camino para que entremos en comunión con él. Ese no es un Dios de venganza. Ese es un Dios de amor y misericordia, y Jesús dice: “Tú eres valioso y yo lo haría de nuevo, solo por ti”.
El versículo de hoy dice que a usted no se le ha dado un espíritu que lo haga sentir como un esclavo temeroso. El Espíritu de Dios en usted le da poder, amor y una mente sana (2 Timoteo 1:7). Usted es hijo de El Rey, comprado con sangre real porque Dios dice que usted lo vale. Así es como Él lo mira: ¡precioso!