Y yo le pediré al Padre que les mande otro Defensor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con ustedes. Los que son del mundo no lo pueden recibir, porque no lo ven ni lo conocen; pero ustedes lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes. Juan 14:16-17 (DHH)
Con mucha frecuencia, vamos por nuestras vidas diarias completamente ajenos al increíble amor de Dios. Este desconocimiento tiene su efecto, a lo que a menudo me refiero como tener un “corazón de huérfano” porque me recuerda cómo se puede sentirse un huérfano.
Ser huérfano en algunos países es absolutamente horrible: niños pequeños de tres, cuatro y cinco años que viven solos sin nadie que los alimente, los consuele, o los proteja. Mientras estos niños atraviesan por algo que es incomparable a todo lo que se pueda imaginar, es interesante ver que Jesús usa este mismo término “huérfano” para describir cómo se sentían los discípulos con su partida. Esto se debe a que fuimos diseñados para caminar en el amor de nuestro Padre Dios, y sin una relación con Él o sin tener conciencia de Su presencia, con la palabra “huérfano” podemos describir cómo nos sentimos.
Este corazón de huérfano puede hacer que nos alejemos de las personas porque tememos que se aprovechen de nosotros o porque fuimos lastimados por la gente cuando éramos más vulnerables. El corazón de huérfano también puede hacer que nos aprovechemos de los demás porque hemos aprendido que la única persona con la que podemos contar es con nosotros mismos.
Mientras tanto, la verdad es que usted no es un huérfano si ha aceptado a Jesús como su Salvador. ¡Ahora usted es parte de la familia de Dios! Jesús envió “otro Ayudante”, lo que significa que como creyente, no solo tiene a Dios consigo, sino EN USTED. Usted nunca está separado de la presencia de Dios. ¡Usted puede ser consciente de ella en cualquier momento y estar lleno de Su amor, vida y poder!