Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados…sino que pone su amor en la ley del Señor y en ella medita noche y día. Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río,
que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hace, le sale bien! Salmo 1:1-3 (DHH)
Hemos estado en una serie sobre los beneficios de la meditación bíblica, y la estabilidad es uno de ellos. Nos hacemos más estables en la medida en que aprendemos a meditar.
Todos podemos pensar en momentos en que estábamos teniendo dificultades en un área de nuestras vidas. Tal vez usted haya enfrentado una crisis en una relación, en el aspecto financiero o en su carrera. Tal vez usted esté lidiando con algo en este momento: una adicción, una enfermedad o un problema de salud mental, y le encantaría tener más estabilidad en esa área.
El versículo de hoy dice que cuando meditamos en la Palabra de Dios, nos volvemos como un árbol robusto plantado junto a un río que no se marchita sino que da fruto. Dice que lo que hagamos prosperará. No meditamos en la Palabra de Dios para ganar puntos con Dios. ¡Es por nuestro propio beneficio! Nos ayuda a mantenernos enfocados, a crecer fuertes y estables, y a tener éxito en cada área de la vida. Y meditar en la Palabra de Dios construye y fortalece nuestra fe.
¿Alguna vez ha conocido a alguien que sea una roca incluso cuando todos a su alrededor se están desmoronando? Este es el tipo de estabilidad del que estoy hablando. Podemos aprender a calmar nuestras mentes, a calmar nuestras emociones y permitir que la Palabra que hemos plantado en nuestros corazones nos dirija incluso en medio de una tormenta.
En la medida en que usted aprenda a meditar y permanecer en silencio, usted puede ser esa roca, ese árbol plantado junto a un río. ¡Nada lo sacudirá!