que fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitado para hacernos justos. Romanos 4:25 (DHH)
El versículo de hoy dice que Jesús lo absolvió de toda culpa ante Dios, lo que también significa que usted puede disfrutar de todos los derechos y privilegios que conlleva ser justo con Dios.
Anteriormente, con los abogados y los contratos, las personas se comprometían en lo que llamaban convenios de sangre. Los jefes de dos familias realizarían alguna forma de derramamiento de sangre para afirmar un vínculo que fuera tan fuerte, si no más fuerte, que el vínculo entre parientes consanguíneos. Se esperaba que cada familia se uniera a la defensa de la otra familia y pudieran confiar en los recursos de unos y otros. Si usted era miembro de una de las familias, se beneficiaría de este pacto sin ninguna acción propia.
Cuando Jesús fue a la cruz en nuestro nombre, Él aseguró el pacto de sangre máximo con Dios. Cada uno de nosotros que hace a Jesús su Señor se beneficia de este pacto. Los recursos de Dios están a nuestra disposición. Él está obligado por el juramento a defendernos, Su poder es nuestro y Él se preocupa por nosotros. Al mismo tiempo, se espera que compartamos nuestros recursos, talentos y habilidades con Él, y que nos preocupemos por lo que a Él le importa.
En esta Pascua, medite en el hecho de que Jesucristo pagó por su completa salvación. Su comportamiento no lo califica ni lo descalifica para ninguna de las bendiciones de Dios. Quizás usted sienta que tiene que ganarse las bendiciones de Dios, pero usted no tiene la capacidad de ganarlas. Usted tampoco tiene la habilidad de agregar a lo que Jesús ha hecho. ¡Se llama el trabajo terminado del Calvario porque está terminado!