Padres, no hagan enojar a sus hijos, para que no se desanimen. Colosenses 3:21 (DHH)
Una de las cosas más importantes que podemos enseñar a nuestros hijos es quiénes son ellos en Cristo. El problema es que es muy fácil estar enfocado solo en el comportamiento externo e ignorar esas creencias internas del corazón. Y cuando lo hacemos, podemos tender a dar a los niños una imagen equivocada de quiénes son ellos y quién es Dios.
Por ejemplo, supongamos que usted descubre que su hija miente. Es importante enfrentar este comportamiento porque el hábito de mentir puede ocasionar todo tipo de dolor y angustia. Sin embargo, debemos asegurarnos de que no lo hagamos a costa de sus creencias internas.
Digamos que usted le dice: “Dios sabe que mientes”. El mensaje es: “Dios ve tus imperfecciones y Él te castigará por ellas”. Este mensaje no solo es incorrecto porque Jesús tomó nuestro castigo en la cruz, sino que también le hace pensar a ella que necesita esconderse de Dios cuando hace algo malo porque Dios va a buscarla.
Como otro ejemplo, qué pasa si usted dice “tú eres un mentiroso”. Esto habla negativamente a su sentido de identidad. La verdad es que ella no es una mentirosa. Ella es una hija de Dios nacida de nuevo, cuyo comportamiento necesita algo de trabajo. Usted puede enseñarle que sus elecciones tienen consecuencias a través de una disciplina amorosa sin dañar su autoimagen.
Si alguna vez usted les has dicho cosas como estas a sus hijos, no se culpes por ello. Todos hemos cometido errores. Simplemente siga adelante con una nueva resolución. En la medida en que usted crece en su comprensión de quién es en Cristo, ¡usted podrá influenciar la vida de sus hijos para que ellos crezcan con usted!