Hermanos, queremos que sepan cuántas dificultades tuvimos en la provincia de Asia. Fue una prueba tan dura que ya no podíamos resistir más, y hasta perdimos la esperanza de salir con vida. Nos sentíamos como condenados a muerte. Pero esto sirvió para enseñarnos a no confiar en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos. 2 Corintios 1:8-9 (DHH)
Ser cristiano no lo exime de experimentar presión.
En el versículo de hoy, Pablo habla acerca de experimentar una presión tan increíble que él mismo se “desesperó de la vida misma”. Pero también compartió la clave para manejar esta presión: depender de Dios.
La mejor manera de manejar la presión es confiando en Dios.
Dios sabe que usted no puede manejarlo todo por sí mismo. De hecho, él no quiere que lo haga. Él quiere que usted pase tiempo en adoración, orando en el Espíritu y disfrutando de su presencia para ganar la fuerza que necesita para contrarrestar la presión bajo la que usted está. Y bajo esa presión, él siempre está allí para venir en nuestra ayuda, y no le importa “rescatarnos tantas veces como sean necesarias” (2 Corintios 1:9-11).
La verdad es que usted puede superar cualquier presión que esté enfrentando hoy, porque la fuerza a la que usted tiene acceso al pasar tiempo con Dios es mucho mayor que cualquier cosa que pueda afectarlo.
Cuando su respuesta al estrés y la presión es buscar la fuerza de Dios, usted nunca se siente decepcionado. Romanos 5:3-5 dice que sus problemas producen perseverancia, que produce carácter y finalmente resulta en esperanza. Y siempre que ponemos nuestra esperanza en Dios, “nunca nos sentiremos en desventaja. Muy por el contrario, ¡no podemos reunir suficientes recipientes para sostener todo lo que Dios generosamente derrama en nuestras vidas a través del Espíritu Santo!”.
Si usted está sintiendo presión hoy, pase algún tiempo con su Padre Dios, su fuerza en usted es mucho mayor que cualquier cosa.