En esto consiste el amor a Dios: en que obedezcamos sus mandamientos. Y éstos no son difíciles de cumplir.
1 Juan 5: 3 (NVI)
Cuando usted ama a alguien, quiere hacerlo sonreír.
Hace años, los padres solían arreglar los matrimonios de sus hijos. En un matrimonio arreglado, las familias elegían el cónyuge de su hijo a la medida de sus posibilidades. Por supuesto, en un primer momento la pareja no estaría enamorada, pero la idea era que desarrollarían el amor entre sí.
Si desarrollaban el amor, el matrimonio prosperaría. Sin amor, era difícil. Un matrimonio sin amor se centra en los roles y reglas en lugar de la relación, lo que hace que la alegría y la pasión se vayan.
Lo mismo puede decirse de su relación con Dios. Si usted da su vida a Cristo y nunca llega a desarrollar un amor por Dios, va a tener una relación sin pasión con Él, está basado únicamente en roles y reglas. Su vida se vuelve difícil, la existencia queda regida por reglas en lugar de tener la alegría de pasar tiempo con Dios y seguir su ejemplo.
Por otro lado, cuando usted crece en su experiencia del amor de Dios y su amor por Él, se deja de preguntar: “¿Qué tengo que hacer?” Y empieza a decir: “Te amo tanto que quiero servirte Dios! ¿Qué puedo hacer por ti?”
Al igual que un amante esposo está feliz de hacer las cosas por su esposa sólo para verla sonreír, a medida que desarrolle este camino de amor con Dios, usted comenzará a querer seguir los caminos de Dios. Por lo tanto, si quiere superar la tentación de hacer lo que sabe que está mal, crezca en su camino de amor con Dios. Este camino de amor es la clave para amar a los demás y seguir los caminos de Dios.