Jesús les contestó: —Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no vale nada. Pero el que me glorifica es mi Padre, el mismo que ustedes dicen que es su Dios.
Juan 8:54 (DHH)
El mundo necesita desesperadamente más líderes, del tipo que desarrollan relaciones genuinas con otros para ayudar a sacar lo mejor de aquellos que influyen. De hecho, usted está diseñado para ser este tipo de líder.
Según el libro de Tom Marshall, Comprensión del Liderazgo, para desarrollar los tipos de relaciones necesarias, hay cuatro elementos esenciales. Ayer hablamos del primero: la confianza. Hoy vamos a cubrir dos más: el cuidado y el respeto.
El cuidado es esencial en el desarrollo de buenas relaciones.
Es difícil establecer una relación con alguien si no piensan que usted cuida. Se les tiene que demostrar a través de las acciones que usted vela por sus mejores intereses. Una acción vale más que mil palabras. Eche un vistazo a cada una de sus relaciones y preguntese, “¿Cuándo fue la última vez que hice algo para mostrar a esta persona lo mucho que me importa?”
Recuerde, cuidar de alguien no significa que no puede enfrentarlos. De hecho, abordar cuestiones cuidadosamente para ayudar a alguien a mejorar, es una manera de demostrar lo mucho que le importa.
El respeto es el más olvidado de las cuatro bases fundamentales.
Si no tenemos cuidado, podemos empezar a da a la gente por sentada. La buena noticia es que hay una solución simple. Mostrar respeto. ¿Usted comunica que usted valora a las personas que lo rodean? El respeto debe ser comunicado a través de palabras y acciones; esto es lo que significa honrar a alguien.
En el versículo de hoy, Jesús dijo que si usted honra a si mismo, tu honra no es nada. Si usted persigue la honra, usted nunca tendrá suficiente de ésta. En su lugar, pase su tiempo mostrando a los demás lo mucho que los respeta y construirá grandes relaciones.