La mejor clase de amigo

Leon FontaineEntregate

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. 2 Corintios 13:14 (LBLA)

Trabajar con el Espíritu Santo no es complicado. Ayer cubrimos una manera en que usted puede entrenarse para escucharlo con mayor claridad: medite en la Palabra de Dios.

Hoy hablaremos de una segunda manera: Desarrolle una amistad íntima con el Espíritu Santo.

Usted puede llegar a conocer al Espíritu Santo de la misma manera en que llega a conocer a cualquier persona. Pase tiempo con él. Pídale su opinión. Dígale cómo se siente. Tenga un diálogo, no un monólogo. Hable con él cuando las cosas vayan bien y cuando vayan mal.

Santiago 4:2 dice que no tenemos porque no pedimos, y lo mismo ocurre con la guía del Espíritu Santo. A veces no nos sentimos guiados por él, simplemente porque no le estamos pidiendo que nos guíe. Asegúrese de que usted le está pidiendo que le muestre la verdad cuando está leyendo la Palabra de Dios, y pregúntele lo que a él le gustaría que usted hiciera cada día.

Entonces, simplemente pruebe cosas si usted piensa que él puede estarle hablando. Si alguien entra en repetidas ocasiones a su mente, dele una llamada. No se muestre raro en ello, solo diga “Usted ha estado en mi mente hoy,” y escuche lo que quiera decirle. Si alguien llama su atención, pregúntele al Espíritu Santo que debe hacer. Usted puede sentir que usted debería orar o usted puede sentir la necesidad de entablar una conversación.

El Espíritu Santo no le puede dar una revelación o tarea masiva todos los días, pero sólo siga practicando. Siga respondiendo a su guía de una manera contemporánea, y usted se volverá más sensible a la voz del Espíritu Santo en su vida cotidiana.