Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes. Romanos 8:11 (DHH)
Si usted necesita curación, no tiene que creer que esta cae del cielo. El mismo poder que estaba en Jesús mientras caminaba por el planeta está en usted. Si ese poder pudo restaurar la vida de un cadáver que se había estado descomponiendo durante tres días, ciertamente puede resolver cualquier problema que usted tenga.
Hace años, hice un viaje a una comunidad de Primeras Naciones para hablar en una reunión de la iglesia. Tenía algo de tiempo, así que comencé a tocar puertas para invitar a la gente a la iglesia.
Una amiga anciana abrió la puerta y me invitó a mí y a mi intérprete a seguir. Su esposo, que estaba en una silla de ruedas, no parecía impresionado con mi llegada. Charlé con ellos durante unos minutos antes de preguntarle al hombre si me contaría su historia. Explicó que los médicos no estaban seguros de por qué no podía caminar. Cuando le pregunté si alguien había orado por él, me aseguró que muchos lo habían hecho.
Mientras hablábamos, recibí una fuerte sensación de que el problema que enfrentaba en su cuerpo yacía en algún lugar de su cerebro y, después de un poco más de explicación, pude ver que la esperanza en él crecía. Hice una oración simple y luego le pedí que intentara moverse. Para su sorpresa, comenzó a mover la pierna. Su esposa y yo lo pusimos de pie. Después de balancearse inestable por un momento, respiró profundo, retiró el brazo de su esposa y me permitió ayudarlo a caminar alrededor de su estufa de leña dos veces. ¡Esa noche, para sorpresa de todos en la comunidad, él caminó hacia el servicio!
A veces los milagros suceden al instante. Otras veces, se desarrollan con el tiempo. El punto es este: Dios todavía sana hoy y puede curarlo. ¡Créalo!