No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7 (DHH)
¿Alguna vez ha usado frases como, “Eso me enferma” o “Me has asustado de muerte”? La mayoría usamos esos dichos en broma, pero me gustaría desafiarlos a que los usen como un recordatorio para tomar medidas contra una enfermedad que se ha convertido en una plaga moderna. No estoy hablando de H1N1 o la gripe aviar. Estoy hablando de una enfermedad de la mente.
Los médicos admiten que la mayoría de las enfermedades provienen de una mente que está inquieta. La raíz de no todas, sino muchas adicciones, el suicidio, la depresión, el cáncer y las enfermedades cardíacas se puede atribuir a una mente que está experimentando “enfermedad” de alguna manera. Las mentes que carecen de paz, o sea que están estresadas, ansiosas o infelices se han vuelto tan comunes que no vemos el peligro.
La Palabra de Dios ofrece respuestas claras. Le enseña a lidiar con su mente, superar la ansiedad y el estrés, vencer el pensamiento negativo y descubrir paz y alegría en su interior que prevalecerán en cualquier tipo de situación. Cuando su mente está en paz, se traduce en salud y bienestar. Acelera su recuperación y lo protege contra las enfermedades. Una mente tranquila es una excelente vacuna.
Si usted está lidiando con el miedo, una ansiedad que trasciende toda comprensión, infelicidad o enfermedad, entre en quietud y pase tiempo dejándose impregnar con las promesas de Dios. Usted se sorprenderá de los cambios que se producen en su corazón, mente y cuerpo.