Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios. No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede gloriarse de nada. Efesios 2:8-9 (DHH)
Los milagros son para el creyente, no por merecimiento. Jesús enseñó esto, diciendo: “Si crees, recibirás todo lo que pidas en oración” (Mateo 21:22). Él no dijo que usted recibirá lo que gane. Recibimos lo que Él ganó por nosotros.
Jesús recuperó su derecho a cada promesa que Dios ha hecho. Todo lo que usted necesita hacer es creerlo. No se trata de usted, se trata de Jesús.
Según Efesios 2:8-9, su salvación no tiene nada que ver con su buen comportamiento. Es un regalo que usted recibe cuando cree.
Dios no está esperando a que usted haga algo lo suficientemente bueno como para que Él le otorgue un mejor trabajo o un visto bueno a su salud. Él sólo le está pidiendo que usted crea.
Si usted le pregunta a Él, el Espíritu Santo le revelará cosas mientras usted lee y medita en la Palabra de Dios. No se trata de decir las oraciones correctas o de declarar la Palabra de Dios de la manera correcta. El poder de la Palabra de Dios se encuentra en los pequeños momentos que cambian toda su perspectiva. Con el tiempo, toman un efecto acumulativo. Lo que usted una vez creyó solo intelectualmente, se convierte en una creencia de corazón que le cambia la vida y que cambia todo.
Tenga en cuenta: a veces los milagros suceden instantáneamente. Otras veces tienen un desarrollo. Incluso si usted no ve un cambio inmediato, continúe creyendo.